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ExponenTile: una especie de Tetris con potencias de 2
Recordando a clásicos como 2048, Twenty e incluso el legendario Tetris este nuevo juego llamado Exponentile es apropiado para amantes de las potencias de dos (¡viva el binario!) El juego tiene «gravedad» y las reglas son dos:
- Hay que intercambiar dos piezas que estén juntas para formar tríos o cadenas más largas de números iguales, en horizontal o vertical.
- Las cadenas más largas puntúan más; los grupos desaparecen y el resto de números «bajan», exponenciando el resultado.
El juego tiene un final cuando no puedes hacer ninguna jugada legal. Los números varían a veces sin control y en ocasiones algunos se quedan muy atascados (yo he llegado a varios miles y sin problema). Puede que parte de la estrategia sea intentar ir haciendo crecer todos los números sin dejarse a ninguno atrás, que sería difícil de aproximar a los otros a largo plazo. Al final te marca tu récord, como es habitual.
Aparte de eso, es satisfactoriamente genial cuando un solo intercambio de números produce una cascada, que a su vez produce otra, y otra… ¡Ahhh! Ya sólo esa relajante sensación merece la pena echarse una partidita.
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Neuronas para la emoción, un recorrido por lo que la neurociencia empieza a saber de tus emociones
Neuronas para la emoción: Cómo la neurociencia comienza a descifrar los circuitos de tus emociones. Por Xurxo Mariño. Shackleton Books (19 de junio de 2023). 231 páginas.
Creo que hasta que leí este libro utilizaba las palabras emociones y sentimientos de manera más o menos intercambiable. Quizás asumía que había algún tipo de matiz que las diferenciaba. Pero no fue sino hasta que leí este libro cuando aprendí que para nada son lo mismo.
Esta es una de las primeras cosas que cuenta Xurxo: las emociones son respuestas de nuestro organismo –y del de muchos otros animales– ante una situación que podría causar algún tipo de desequilibrio. Como dice él, «es una manera más o menos rápida de mantener la integridad del individuo.» Son reacciones fisiológicas, normalmente de poca duración, que se manifiestan exteriormente y que más o menos somos capaces de medir. Pero que no necesariamente tienen que surgir de algo externo: es perfectamente posible que una memoria o pensamiento determinados desencadenen una emoción.
Los sentimientos, por su parte, son percepciones subjetivas causadas por las emociones, por lo que aparecen después de ellas. Y viven dentro de nuestras cabezas. Eso hace que sean mucho más difíciles de estudiar pues no hay forma objetiva de hacerlo; dependemos de las palabras de la persona en cuestión que los está experimentando. Por eso tampoco tenemos nada claro si los animales tienen sentimientos, aunque es cierto que es difícil negar que al menos algunos sí deben tenerlos. Pero eso es sólo una impresión nuestra; es, quizás, una antropomorfización de los animales que nos rodean, en especial de los animales de compañía.
Simplificando mucho el asunto, las emociones se ven desde fuera queramos o no mientras que los sentimientos no a menos que decidamos contarle a alguien cómo nos sentimos.
Sin embargo, aunque seamos capaces de medirlas, no hay un consenso en cuales son las emociones y mucho menos en si todas son aplicables a todos los animales. Salvo, quizás, en el caso de las emociones básicas, de las que hay cuatro en las que toda la comunidad científica parece estar de acuerdo, que son el miedo, la ira, la tristeza y la alegría, y otras tres como son la búsqueda o anticipación, el cuidado maternal y la atracción sexual en las que también hay bastante consenso.
Las emociones básicas son aquellas con las que los seres humanos –e, insisto, muchos animales– venimos equipados de serie. Están «programadas» en nuestros encéfalos, por lo que no necesitamos que nadie nos enseñe a tenerlas. O eso cree la mayor parte de la comunidad científica.
Este libro es un viaje por lo que la ciencia sabe –o al menos por las teorías más aceptadas en la actualidad– de los mecanismos que activan esas siete emociones en nuestros encéfalos y de las partes de estos y sustancias que son responsables de ellas. Aunque creo que no hay ningún caso en el que estas partes y sustancias no estén involucradas en la activación de más de una emoción, en la que no puedan trabajar de forma distinta según cual sea la emoción en cuestión. Y sin olvidar que muy a menudo influyen sobre otras regiones lejanas, incluso sobre aquellas en las que creemos que reside nuestra racionalidad.
Y es que las emociones, por muy racionales, que nos creamos, lo tiñen todo. No sólo influyen en nuestra toma de decisiones sino que incluso son capaces de modificar el funcionamiento de nuestros sentidos. Por no hablar del efecto que una emoción intensa puede tener sobre la memoria.
Es también un viaje en el que Xurxo nos explica la utilidad de esas emociones, que no siempre es tan obvia como cabría pensar por sus nombres y lo que pensamos que expresan.
En definitiva, un recorrido interesantísimo sobre esas emociones que nos hacen ser buena parte de quienes somos que nos permite aprender más –mucho más– acerca de quienes somos sin olvidar la importancia de quien nos rodea para moldear quienes somos y dar forma a muchas de nuestras reacciones emocionales.
Recomendadísimo.
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Canal Microsiervos en WhatsApp
Desde hace unos días, más concretamente desde el «incidente Telegram» estamos probando una nueva vía de difusión: el Canal de Microsiervos en WhatsApp. Es una forma rápida y popular para seguir un tema, blog, periódico o personaje. Es básicamente igual que nuestro canal en Telegram pero en la plataforma de Meta.
Para suscribirse sólo hay que hacer clic en el enlace, echar un vistazo al canal y pulsar el botón Seguir. Es totalmente gratis, no hay publicidad y las anotaciones aparecen en el momento en que se publican, más o menos igual que en nuestro feed RSS, Twitter, Flipboard, Telegram y otros sitios un poco más «en pruebas» como Bluesky y Threads y LinkedIn. Si algún tema te llama la atención das un clic y llegas a la anotación original del blog.
Hay un icono de WhatsApp que simboliza los canales a los que estás suscrito, que normalmente serán varios, porque muchos medios los usan. Haciendo clic sobre el nombre del canal se puede acceder a las preferencias y activar o silenciar las notificaciones, para leerlo cuando más te convenga. La única deficiencia que le hemos visto es que, al menos en MacOS, no funciona en la aplicación de escritorio de WhatsApp, aunque sí que se puede leer en la versión web de WhatsApp.
En estos canales hay una privacidad notable, mucho mayor que en los Grupos de WhatsApp. En el canales de Microsiervos ni siquiera los administradores podemos ver los nombres o números de teléfono de los seguidores; solo el número total. Cada participante sólo puede ver a los contactos de su agenda personal que también siguen ese canal. Las comunicaciones, aunque sean nuestras pequeñas y tontas anotaciones sobre algoritmos de factorización cuánticos o pulpos y delfines siempre viajan convenientemente cifradas.
Sí usas WhatsApp habitualmente, pruébalo, y sobre todo hazle llegar esto a las personas que conozcas que prefieran usar WhatsApp a estar navegando por la red para encontrar artículos y contenidos como los que solemos publicar por aquí. Durante las pruebas ya hemos conseguido llegar a la muchachada y a gente aviejunada de la tecnología, interesados en lo que publicamos pero que no saben ni encontrarlo ni cómo leerlo habitualmente. Pues ya hay otra nueva forma que les viene muy a mano.
Back of Your Hand: un juego para demostrar que conoces tu barrio o tu ciudad «como la palma de tu mano»
Si te gustan los mapas, conocer el callejero y moverte por las ciudades te encantará Back of Your Hand («La palma de tu mano»). Consiste en una serie de pruebas al estilo GeoGuessr pero con el lugar en que vives. Se te muestran varios nombres de calles, normalmente cinco,y tienes que ubicarlas en el mapa. O quedarte lo más cerca posible al menos.
La cosa no es tan fácil como parece, porque aunque las calles más cercanas o grandes te resulten fácilmente reconocibles, las más apartadas, recónditas y escondidas no siempre tienen nombres fáciles de recordar, como podrás experimentar en primera persona. El juego permite elegir varios niveles de dificultad: turista, residente y taxista, que van de menos a más. También puedes ampliar el radio del barrio o zona en la que quieras jugar y el número de preguntas por ronda. Ni que decir tiene que puedes elegir cualquier ciudad del mundo; al fin y al cabo, todo está ya mapeado.
La puntuación varía en función de lo mucho o poco que te acerques a la calle correcta (nota: vale cualquier punto de la calle) y se expresa en un porcentaje. Luego se combinan esos porcentajes para obtener un total. A mi me ha pasado, tristemente, sacar varios ceros por intentar el «modo taxista» y he tenido que reducir un poco el radio y la dificultad para poder puntuar. Dicho esto, buena suerte si juegas solo o con amigos, que también hay un modo para grupos.
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