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Croydon tram bogie and brake overhaul contract awarded
La empresa operadora del tranvía de Luxemburgo visita Metrovalencia
Rodalies de Catalunya han transportado más de 61,7 millones de viajeros en el primer semestre del año
Adjudicada la construcción del primer tramo de la línea de alta velocidad Burgos-Vitoria
Memorando de Entendimiento con Grecia para el desarrollo de las infraestructuras ferroviarias del país
Estudio informativo para conectar el corredor Córdoba-Jaén con la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla
La Unión Europea lleva a Países Bajos a los tribunales por las normas de competencia ferroviaria
A licitación el sistema que controlará la electrificación del tramo de alta velocidad Talayuela-Plasencia
Suspensión del servicio del 25 al 29 de julio en el tramo Barrio de la Concepción-Canal de Metro de Madrid
El curioso caso del estudiante cuyo cuerpo usaron como unidad de longitud y de adulto acabó dirigiendo el Instituto de Estándares (ANSI)
Puente de Harvard (Cambrige-Boston) con una de las marcas acerca de los Smoots que mide de un extremo a otro: 364,4 ± oreja. (CC) Martin Deutsch
Tenía medio olvidada esta historia de los tiempos en que visité el M.I.T. pero al verla por ahí la he recordado. Me la contó un amigo que estaba allí estudiando y tiene su gracia, como gigantesca broma «técnica» propia de los empollones del M.I.T., que las tienen míticas. (Además de la anécdota, mi amigo también me explicó a qué se refería con nerds). Es sobre la vez en que usaron la longitud del cuerpo de un estudiante para medir la longitud del puente, de extremo a extremo.
El chaval en cuestión era Oliver Smoot y todo formaba parte de una de esas «novatadas de fraternidad» típicas de allí, pero de buen rollo. Le encargaron medir el puente usando su propio cuerpo, así que pidió ayuda a sus amigos y fue caminando, de marca en marca, hasta que completaron la distancia total: 364,4 smoots, más-menos una oreja.
Teniendo en cuenta que métricamente mide 659,82 metros, pero que lo que midieron fue desde el camino de entrada, el resultado es que el bueno de Smoot medía 1,70, pelo arriba pelo abajo. Hasta Google te devuelve el dato en smoots y la Wikipedia tiene su altura en la bio.
Desde entonces, aparecen ocasionalmente marcas en el puente que van dejando estudiantes, geeks, nerds y otros fans de la anécdota. Creo además que en uno de los lados es tradición inscribir una pintada que dice «A mitad de camino al infierno» apuntando al campus del M.I.T.
Hay incluso una placa que conmemora el 50º aniversario del smoot, que comenzó su existencia en octubre de 1958. De este modo el bueno de smoot como le llamaban los colegas, se unión al metro, la yarda o la «altura del Empire State» como unidad de medida «estándar».
Lo más divertido y retorcido de la historia, quizá, es que el joven Oliver Smoot llegó con los años a ser –y no es broma– algo tan apropiado como presidente del ANSI (Instituto de Estándares Nacional Americano) y de la ISO (Organización Internacional de Normalización). Todo un largo camino recorrido en su vida desde que le arrastraran smoot a smoot por encima del puente.
(Vía The Register.)
Las autoridades surcoreanas dicen ahora que la tripulación apagó el motor que funcionaba en el accidente del vuelo 2216 de Jeju Air que terminó con 179 muertes
Restos del avión tras el accidente. A la derecha se ve el montículo sobre el que estaban las antenas del ILS. El avión viajaba de izquierda a derecha – Junta de Investigación de Accidentes Ferroviarios y Aéreos de Corea del Sur
Aunque el informe preliminar sobre el accidente del vuelo 2216 de Jeju Air dice que los dos motores el Boeing 737 que lo llevaba a cabo resultaron parados por la ingesta de aves, un informe interino recién publicado –y retirado a las pocas horas– por la Junta de Investigación de Accidentes Ferroviarios y Aéreos de Corea del Sur, ARAIB, por sus siglas en inglés, afirma ahora que uno de los motores seguía funcionando pero que la tripulación lo apagó por error.
Esto dejó al avión no sólo sin motores sino también sin energía hidráulica ni eléctrica, lo que impidió a la tripulación desplegar el tren e hizo que las cajas negras dejaran de funcionar, pues en esta variante del 737 no tienen un suministro eléctrico independiente.
El informe dice que los análisis de los restos en efecto indican que el motor número dos, el derecho, dejó de funcionar tras ingerir numerosas cercetas del Baikal, unas aves que alcanzan un tamaño de entre 30 y 40 centímetros y unos 450 gramos de peso. Pero que el izquierdo seguía funcionando.
Con los dos motores parados la tripulación no pudo extender el tren de aterrizaje y el avión terminó saliéndose de la pista y destrozándose contra la base de las antenas del localizador de la pista, que en lugar de ser una estructura frangible, como marca la normativa, resultó estar construida en hormigón armado.
Con esto, un aterrizaje forzoso en el que podían haber sobrevivido bastantes de las 181 personas que iban a bordo se convirtió en un desastre en el que sólo dos sobrevivieron cuando el avión se destrozó contra él.
No sería la primera vez que sucede algo parecido. El caso más famoso, quizás, sea el del vuelo 92 de British Midland, que el ocho de enero de 1989 se estrelló mientras intentaba aterrizar en el aeropuerto de East Midlands. En este caso el que falló fue el motor izquierdo del Boeing 737-400 que llevaba a cabo el vuelo. Pero la tripulación apagó el derecho.
Un caso más reciente es el del vuelo 235 de TransAsia Airways, en el que tras un fallo del motor derecho del ATR 72-600 durante el despegue la tripulación se confundió y apagó el izquierdo.
La ARAIB, de todos modos, ha decidido retirar por ahora el informe ante las protestas de las familias de las víctimas y de la delegación sindical de pilotos de la aerolínea, que sienten que el informe interino se despecha culpando a la tripulación de todo mientras ignora factores contribuyentes como el ya citado muro de las antenas del localizador.
Así que habrá que esperar a ver qué información aportan el informe final, tarde lo que tarde, y las investigaciones judiciales abiertas a raíz del accidente.