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La PicoCalc como forma elegante de redescubrir la edad de oro de la programación en una pantalla verde digna de Gameboy
La PicoCalc es un invento entre la genialidad y la aberración. Un gadget con aspecto de calculadora hipervitaminada, estilosa y bonita, apetecible y seguramente hasta gustosa al tacto. Pero a estas alturas de la película, ¿quién se pondría a programarla en Basic? Y menos en un chisme poco más grande que las antiguas Blackberry.
Concebida para programadores y entusiastas de lo retro este chisme de pequeño tamaño tiene justo lo que se puede necesitar: una Raspberry Pi Pico, un procesador ARM Cortex-M0+, 8 MB de PSRAM y 2 GB de memoria Flash, wifi y un teclado retroiluminado de 67 teclas físicas.
La pantalla es de 4 pulgadas, al más puro estilo Gameboy, de 320 × 320 píxeles y en verde. Para los desarrolladores tiene un puerto de depuración (debug) y tanto el hardware como el firmware y el software son abiertos. El Basic va en una tarjeta SD de 32 GB, donde también se pueden guardar y ejecutar juegos retro.
Se puede programar en Basic, Lisp y Shell de Unix, todo al estilo minimalista, claro. Se alimenta con dos pilas recargables 18650 intercambiables (ojo: ¡no incluidas!) que permite reemplazarlas sin que se apague el sistema. También tiene un par de pequeños altavoces y jack de audio 3,5 mm.
El precio del Kit PicoCalc también es atractivo: 75 dólares, que al cambio son menos de 70 euros. Hay que sumar unos 20 euros más de gastos de envío a la península. Parte de la gracia es que viene como kit para montar, con las piezas separadas y el montaje requiere ciertos conocimientos y delicadeza. Aunque el teclado no está en español, es todo plástico y habría que ver la calidad de la pantalla, el chisme está curioso. Sólo para aficionados hardcore.
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Cruce de cables: el seguimiento de famosos a través de diferentes aplicaciones públicas con geolocalización
El seguimiento de famosos a través de diferentes aplicaciones públicas con geolocalización [~20:00] – En este Cruce de Cables hablamos de una categoría de herramientas que algunos hackers han creado aficionados mediante la técnica del «mashup»: fusionando los datos públicos de diversas fuentes en un solo sitio fácil de consultar (como el ADS-B de los aviones). El resultado es poder saber dónde está en todo momento un jet privado –y por ende su propietario– y alguna cosa más.
- POTUS Tracker sigue todo lo que hace el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump: dónde está, qué legislación firma, etcétera. Se muestra en un mapa y calcula qué porcentaje del tiempo pasa en la Casa Blanca o en sus otras residencias. También hay otra web que calcula cuánto tiempo pasa jugando al golf (TrumpGolfTrack.com).
- Elon Jet sigue al avión privado de Elon Musk y va publicando en una cuenta de Twitter por dónde anda y cuántos kilómetros recorre en sus desplazamientos, además del coste, emisiones de CO2, etc. Cancelaron hace años la cuenta tras quejas de Elon Musk, pero volvió a reaparecer (@ElonJetNextDay, también en Mastodon), abriendo un debate sobre las «personalidades públicas» y su privacidad.
- A Taylor Swift también la siguieron la pista publicando los datos de su avión privado y las emisiones de CO2 que producía. Los abogados de Swift lo consideraron «acoso», pero el seguimiento continuó en plataformas menos vigiladas que Twitter, como BlueSky, Telegram y Mastodon (@SwiftJetNextDay). El debate aquí es que se cuestiona a la artista por su responsabilidad como personalidad famosa respecto a las emisiones de CO2 y lo contradictorio que son sus mensajes y sus acciones.
Todo empezó en plan de broma, pero parece que se desmadró un poco. Para evitar problemas, quienes hacen este seguimiento retardan la información 24 horas, aunque esto ha reabierto el debate sobre por qué es necesario si la información está en otros sitios o, en el caso de Donald Trump, estamos hablando de un servidor público pagado por todos los ciudadanos para estar disponible las 24 horas.
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