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Computadoras robustas, autónomas y reparables que duren 100 años
Thomas Hunter II tiene una propuesta de diseño de ordenadores postapocalípticos capaces de durar 100 años. Porque con toda la basura de obsolescencia programada, dispositivos no reparables y tan dependientes de internet y de los fabricantes de software, mal vamos.
Todo esto se parecería a los ordenadores de series como Silo, Separación, Galáctica: Estrella de combate o The Expanse.
Serían máquinas con:
- Autonomía total. Para funcionar sin conexión a Internet, sin suscripciones, activaciones ni polladas.
- Reparabilidad. Que incluyeran documentación completa (impresa y digital), piezas reemplazables, y nada de componentes soldados o propietarios.
- Portabilidad y energía. Baterías duraderas y recargables mediante diversas fuentes (solar, manual, etc.). Y con entradas eléctricas más amplias, tolerantes y compatibles.
- Software libre y compilable. Tanto el código fuente del sistema como las herramientas necesarias para desarrollar: compiladores, intérpretes, herramientas básicas, etc.)
- Sistema operativo sencillo y estable. Adiós a Windows o macOS, debido a su complejidad; las versiones Linux simplificadas serían más que suficientes.
- Interfaces de usuario robustas y duraderas. Pantallas sin bisagra, teclado con letras claras y permanentes, conexiones físicas universales (serie, paralelo, jack de audio, GPIO, etc.)
- Medios de comunicación diversos. Tanto cableado de red como wifi pero también radio definida por software (SDR), sensores y formas básicas de comunicación (infrarrojos, sonido, luz visible).
- Simplicidad de uso. Preferiblemente interfaces simples o incluso de modo texto, que no necesiten ratón y requieran menos recursos, que fueran más comprensibles a largo plazo.
- Gestión del sistema y recuperación. Herramientas como imágenes ZFS para restaurar el estado del sistema tras errores o fallos de hardware.
¿Podría funcionar? Pues seguramente tendría hueco en el mercado. ¿Durarían un siglo? Ahí hay que ser más optimistas pero, oye, quién sabe.
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Imágenes: Galáctica, Estrella de combate; The Matrix; Silo.
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Airbus construirá la nueva plataforma para el aterrizaje en Marte del rover Rosalind Franklin de la Agencia Espacial Europea
Impresión artística del aterrizaje de la misión en Marte – Airbus
La Agencia Espacial Europea (ESA), junto con Thales Alenia Space, el contratista principal de la misión, acaba de anunciar que ha contratado a Airbus para construir una nueva plataforma de aterrizaje para la misión ExoMars.
ExoMars, que empezó su desarrollo en 2001, está formada por dos componentes: un orbitador, que fue lanzado como ExoMars 2016 y que lleva en servicio alrededor de Marte desde 2018, y el rover Rosalind Franklin.
Rosalind Franklin tenía que haber sido lanzado como ExoMars 2018 en, efectivamente, 2018. Pero no estuvo listo a tiempo. Ni como ExoMars 2020. Y aunque por fin estaba listo para ser lanzado como ExoMars 2022 la rotura de relaciones entre la Agencia Espacial Europea (ESA) y la agencia espacial rusa Roscosmos tras la invasión de Ucrania hizo que se quedara sin plataforma de aterrizaje, que ponía Rusia. Así que tampoco pudo ser lanzado ese año.
Pero aún así la ESA decidió seguir intentando lanzar el rover, pues será el primero capaz de tomar muestras hasta dos metros por debajo de la superficie del planeta gracias a su taladro. Si esta vez todo va según lo previsto despegará en 2028 para aterrizar allí en 2030.
La nueva plataforma es muy similar a Kazachok, la plataforma rusa que no llegó a ser utilizada. Tras la maniobra de frenado atmosférico y el descenso en paracaídas hará un aterrizaje sostenido por sus cuatro motores. Una vez sobre la superficie de Marte, desde el control de la misión decidirán por cuál de las dos rampas de descenso de la plataforma bajará el rover a la superficie.
Impresión artística de Rosalind Franklin bajando a la superficie de Marte – Airbus
Aunque disponer de una plataforma de aterrizaje quizás no sea el final de los eternos problemas de esta misión, ya que junto con Kazachok la invasión de Ucrania por parte de Rusia también supuso que se quedara sin lanzador, que iba a ser un cohete Protón.
Ahora se supone que lo pondrán los Estados Unidos. Pero en el clima de tensión internacional que está creando la administración Trump y a la vista del recorte de gastos que quiere imponer a la NASA, yo no las tengo todas conmigo.
La colaboración de la NASA se supone que también incluye calentadores de radioisótopos (RHU) a base de plutonio-238 que servirán para mantener la temperatura de los componentes del rover a niveles compatibles con la vida electrónica. Y, de nuevo, habrá que ver si se mantiene.
Será la tercera vez que la ESA intente aterrizar en nuestro planeta vecino. La primera fue en 2003, con el aterrizaje de la sonda Beagle, que si bien se posó de una pieza sobre él, no llegó a entrar en servicio porque sus paneles solares no se desplegaron correctamente. La segunda fue en 2016, con el intento de aterrizaje del módulo Schiaparelli, que era un demostrador para el aterrizaje de ExoMars 2018. Aunque un error de software hizo que terminara estampado contra el suelo.