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Estados Unidos sugiere hacer una revisión visual de los Boeing 737-900ER que usan el mismo «tapón» para el fuselaje que salió volando de un 737 MAX 9 de Alaska Airlines
Un 737-900ER de Continental rodando por Detroit – Wicho
Por ahora pueden seguir volando pero la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos recomienda a las aerolíneas que operan el Boeing 737-900ER con las puertas de emergencia de detrás de las alas sustituidas por «tapones» que les hagan una revisión visual
El 737-900ER no es un Boeing 737 MAX sino que pertenece a la generación anterior, conocida de forma genérica como 737NG (Next Generation). El 900ER es la variante de más largo alcance y capacidad de los NG. Pero, igual que sucede con el MAX 9, algunas aerolíneas lo usan en una configuración de asientos que hace innecesarias las dos salidas de emergencia que van a ambos lados del fuselaje detrás de las alas.
Y al no ser necesarias hay aerolíneas que las han sustituido por «tapones» como el que salió volando de un MAX 9 de Alaska Airlines el pasado 5 de enero.
La ingeniera aeroespacial de la NTSB Leani Benitez-Cardona, y su compañero Matthew Fox, jefe de materiales, disponiéndose a estudiar el «tapón» del 737 de Alaska Airlines – NTSB
Los que montan los 900-ER son, de hecho, la misma pieza, que va sujeta de la misma manera que en el MAX 9. De ahí la advertencia de la FAA. Aunque es curioso que la hayan hecho dos semanas después de haber ordenado inmovilizar los MAX 9 que la usan hasta que se hayan diseñado un procedimiento de revisión que asegure que ninguna más vuelva a salir volando.
Es también curioso que la FAA haya decidido que los 900ER pueden seguir volando, aunque es cierto que es una variante que lleva en servicio desde 2007 sin ningún problema con esos «tapones». Así que probablemente no se haya visto afectado por las chapuzas de ensamblado lamentablemente habituales en la actualidad en Boeing y Spirit Aerosystems, el proveedor que suministra los fuselajes y los tapones. Aunque el último ejemplar de esta variante en salir de fábrica fue entregado a principios de 2020. Así que a estas alturas todos los ejemplares en vuelo han pasado al menos una revisión C en la que cualquier problema con estas piezas tendría que haber sido detectado y corregido.
En total Boeing entregó 505 ejemplares del 900ER a aerolíneas de todo el mundo, aunque con diferencia el mercado principal ha sido los Estados Unidos: United Airlines tiene 136, Delta 163, y Alaska Airlines 79, para un total de 378. Y si parar el MAX9 –la orden afecta a 171 aviones de aerolíneas estadounidenses y de otros países que vuelan a los Estados Unidos– lo de parar además el 900ER podría tener consecuencias espectacularmente negativas para la operatividad de las aerolíneas.
Eso sí, es otra pésima noticia para Boeing, que ahora mismo está bajo investigación por parte de la FAA por los posibles defectos de ensamblado del 737 MAX.
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Estados Unidos y China: Una nueva carrera por la conquista del Espacio
Lanzamiento del Sputnik 1
David González Bárcena es graduado en Ingeniería Aeroespacial por la Universidad de León con un Máster Universitario en Sistemas Espaciales y un Doctorado en Ingeniería Aeronáutica por la Universidad Politécnica de Madrid. Actualmente es Profesor Ayudante Doctor en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio en la Universidad Politécnica de Madrid donde imparte clases de Termodinámica Aplicada, Transferencia de Calor y Control Térmico Espacial. Simultáneamente, trabaja como Ingeniero Térmico Espacial e investigador en el Instituto Universitario de Microgravedad «Ignacio da Riva.» Esta anotación es una muestra divulgativa de en qué consiste su trabajo.
Por David González Bárcena
Casi siete décadas han transcurrido desde que, en 1957, la Unión Soviética lanzó el Sputnik 1, convirtiéndose éste en el primer satélite artificial en orbitar la Tierra. Sin embargo, este hito solo fue el inicio de una emocionante carrera en la conquista del espacio que se prolongó durante aproximadamente veinte años en el contexto de la Guerra Fría. En este período, los avances tecnológicos se sucedieron constantemente, dando lugar a los primeros satélites de comunicaciones, sondas espaciales, misiones tripuladas, paseos espaciales y, por supuesto, la histórica llegada del ser humano a la Luna.
En 1969, Estados Unidos cosechó uno de los grandes logros de esta carrera. Neil Armstrong y Buzz Aldrin se convirtieron en los primeros seres humanos en caminar sobre la superficie de la Luna durante la misión Apolo 11. Esta hazaña se repitió en cinco ocasiones más en los tres años posteriores, culminando en 1972 con la misión Apolo 17. Tres años después, la carrera espacial concluyó con la misión Apolo-Soyuz, marcando el inicio de una era de cooperación internacional que ha prevalecido hasta la fecha.
Impresión artística de las naves del proyecto Apolo-Soyuz a punto de acoplarse en órbita – NASA/Robert McCall
Después de la trascendental llegada del hombre a la Luna, surge la pregunta: ¿por qué no hemos regresado en todos estos años? La respuesta no radica tanto en lo que ha ocurrido, sino más bien en lo que no ha sucedido. La Carrera Espacial tuvo su origen en la Guerra Fría, en un contexto de intensa polarización ideológica donde el comunismo y el capitalismo competían por alzarse como modelos de referencia a nivel global. La conquista del espacio se convirtió en un escaparate para obtener prestigio y poder entre las principales potencias de aquella época.
No obstante, no debemos olvidar el conflicto bélico que dejábamos atrás: la Segunda Guerra Mundial. Tras el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, el arsenal nuclear se convirtió en la máxima preocupación de ambas naciones. El desarrollo de los primeros misiles intercontinentales eliminó la brecha oceánica entre Washington y Moscú, y el éxito prematuro de la URSS en las primeras fases de la conquista del espacio puso a Estados Unidos en una posición comprometida, obligándolo a invertir miles de millones de dólares para competir en una carrera en la que empezaban con desventaja.
Los avances de esa época están indudablemente vinculados a la considerable inversión realizada, una inversión que hoy en día sería simplemente inasumible con fines exclusivamente científicos. Entonces, ¿qué ha motivado nuevamente a la humanidad a regresar a la Luna después de más de 50 años? Nos encontramos en un contexto distinto al de la Guerra Fría, y resulta insuficiente atribuir el retorno a la Luna simplemente a una cuestión de prestigio.
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El problema de los seis círculos: cubrir un círculo de área unidad con círculos de áreas 1/2, 1/3, 1/4, 1/5, 1/6 y 1/7
¿Pueden seis círculos abarcar uno más grande en su totalidad? Este curioso problema parece tener solución, aunque si se intenta según se plantea en el enunciado, no es tan fácil.
El problema consiste en cubrir un círculo de área unidad con círculos de áreas 1/2, 1/3, 1/4, 1/5, 1/6 y 1/7, que se pueden solapar. La ordenación más obvia muestra que la cosa no es tan fácil; aunque casi, casi se cubre en su totalidad, quedan algunas zonas con pequeños huecos apenas visibles que hacen que el valor exacto de círculo cubierto sea sólo el 99,96%.
Junto al problema, que apareció en la sección de matemáticas de Stack Exchange, hay un enlace en Desmos, una interesante herramienta gráfica matemática donde se puede jugar con los parámetros moviéndolos con el ratón, en este caso las posiciones exactas de los círculos. Aunque como demostración, demostración, se necesita hacer cálculos.